¿LITERATURA
PERIFÉRICA?:
CONVERSACiÓN
AL
SUR
Noelia
Ibarra
Rius
Unillenitat
de
Valencia,
España
La
muerte siempre alZado
escucho su
decir.
A. Pizarnik.
El texto seleccionado para esta ponencia, Conversación al sur!, novela de Marta
Traba,
se
inscribe en el panorama
de
la literatura latinoamericana de la década de los
ochenta,
en
un grupo de escritoras, que ejercitan un contar la historia en un tono menor,
contarla como la otra cara
de
lo heroico, despreciando las propuestas totalizadoras y
las verdades universales. Nos referimos a escritoras como Ángeles Mastretta, Laura
Esquivel o Isabel Allende por citar algunas muestras. Autoras pues, que alcanzan
gran popularidad y éxito
de
mercado, con nítida conciencia de la tradición escrituraria
legada por otras autoras
y sin embargo, consideradas por la crítica como escritoras de
mal gusto, muy próximas a la subliteratura.
Para comenzar, nos gustaría señalar
un
rasgo determinante en la escritura
de mujeres de la década de los ochenta, inscrito en
el
ambiente de la década anterior
apuntado por
M.
Traba en
su
tan polémica (Peri Rossi) Hipótesis para una escritura de
mujeres,
manifiesto que, pese a
su
carácter de "receta" peyorativamente calificado por
Peri Rossi, articula una serie de notas interesantes a nuestro modo de
ver.
A este respecto, Traba destaca
el
interés de las mujeres narradoras en la
plasmación de ámbitos privados de la cotidianidad y fundamenta su escritura en el
detalle y la huida consciente del retoricismo tradicional, mediante
un
meditado intento
de aprox-maeión a
la
oralidad, perfectamente mostrado en Conversación al sur.
Se instaura pues una línea de trabajo totalmente diferente a la anterior genera-
ción, la década
del
boom. En este sentido, Ruffinelli asevera que se produce un "novísi-
mo trabajo sobre los márgenes, las fronteras, las periferias, las minorías"2, ejemplificado
Conversación
al
sur,
Marta Traba, Méjico: Siglo XXI, 1981. Todas las citas pertenecen a esta edición y
en
lo
sucesivo se consagra la página entre paréntesis.
"Los 80: ¿ingreso
en
la postmodemidad?", J. Ruffinellí, en Nuevo texto crítico,
6, Stanford University,
1990, p.37.
ACTAS XLI (AEPE). Noelia IBARRA RIUS. ¿Literatura periférica? «Conversación al sur»
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Noelia
Ibarra
Rius
en la persecución de otros centros, la destrucción
de
las hegemonías recibidas, el
minimalismo, la aproximación a la cotidianeidad
y el lenguaje conversacional y
directo. En este contexto, creemos que puede entenderse la trasgresión subyacente en la
propuesta articuladora del texto desde el acto dialógico, como esperamos analizar a
lo
largo de esta ponencia.
Conversaciones
"De que escribir sino de esta infamia"
E.
Poniatowska
Tal y como el título nos indica, la novela
se
articula en torno al diálogo mantenido
por dos mujeres, Dolores e Irene. La primera de éstas, Dolores, tras cinco años sin ver
a Irene, acude a
su
casa e inevitablemente, comienzan a conversar.
Por tanto, esta Conversación al sur
se
configura de acuerdo con una interesante
tríada temática presente desde el inicio: una casa,
un
diálogo y dos mujeres. Una de
ellas una prestigiosa actriz, cuyo hijo
y nuera se encuentran en algún lugar perdido
de Chile, desaparecidos, probablemente torturados; la otra una estudiante que cuenta
ceremoniosamente, con dolor y con desgarro, la historia de su gcneración.
Una generación
comprometida
y valiente, marcada desde las heridas aún sangrantes de la memoria a
las cicatrices de las torturas, silenciada ahora, como los compañeros desaparecidos que
puntúan
su
intercambio dialógico.
Desde las atractivas líneas de estudio apuntadas por
Ong" creemos poder
interpretar
el
interés por aproximar el estilo a
un
registro oral como característica de
la generación de escritoras de los ochenta y más concretamente a través del análisis
de Conversación al
sur,
como gesto complementario e indisoluble de la búsqueda y
reivindicación de espacios tradicionalmente alternativos a los canónicos, centrales en
terminología sistémica, como lugares posibles para la crítica
y cauce de comunicación
entre mayorías-minorías.
En
definitiva, como una novedosa línea de trabajo basada en
la construcción de la historia desde la resistencia.
En efecto, este interés por aproximar el estilo
al
registro oral es proclamado
desde el mismo título, como también
el
trabajo sobre el detalle,
lo
cotidiano, el tono
emotivo
y centrado en la subjetividad de los personajes en un texto que marca
la
reconstrucción de las subjetividades y de la misma memoria a través de la oralidad.
Desde
el
inicio "se estremeció al oír el timbre", se inaugura una de las
dimensiones sobre la que
se
funda la novela: la división ámbito público/ámbito privado,
éste último como reducto del individuo frente a la agresión procedente del exterior. Tras
este sobresalto Irene
y Dolores se reconocen: "quedaron frente a frente simétricas". A
3 Oralidad y escritura. Tecnologías de
la
palabra, Ong, Walter, Méjico,
"CE,
1997.
ACTAS XLI (AEPE). Noelia IBARRA RIUS. ¿Literatura periférica? «Conversación al sur»
¿literatura
periférica?:
COnllersación
al
Sur
343
partir de este instante la narración
va
a configurar la puesta en escena
de
dicha simetría
y el reconocimiento de que ambas la comparten.
Desde las primeras páginas por tanto. se propone
el
binomio dimensional que
vertebra la novela: la dicotomía espacio público/espacio privado.
Sin embargo, este
binomio
se
resuelve en la reivindicación del último de sus términos como el reducto
del individuo frente a la agresión externa. Abandonamos momentáneamente pues,
la literatura, la cultura
y el discurso letrado, para retomar otra tradición, aquella de
"hablan las mujeres", tradición
de
una lengua forjada en
el
hecho dialógico y la espera.
El título así, configura en
el
lector una serie de expectativas evidentes, como
la existencia de una conversación, de un diálogo entre dos interlocutoras en
el
espacio
geográfico marcado por una casa en la playa en Montevideo. No obstante, este diálogo
se
ve
constantemente interrumpido por las idas y venidas de Dolores, los retrocesos en
el tiempo de Irene y el mutismo de la primera, que provocan una suerte
de
suspensión
de las citadas expectativas.
En efecto, cada interlocutora habla y habla en apariencia interrumpidamente,
gracias al amparo del espacio doméstico como refugio de los cuerpos femeninos frente
al régimen autoritario que ha inscrito sus huellas en ellos.
Sin embargo, cada una
habla desde diferentes objetivos, lo que desemboca en extensos monólogos
de
Irene
-no
sabemos hasta qué punto compartidos como diálogos - que, progresivamente
desenmascaran
su
posición
de
narradora dominante frente a Dolores, hasta que
finalmente, quedamos a solas con ella, mediante el proceso catártico que por fin, hace
público el drama que la atormenta.
Desde el punto de vista formal, esta tensión
se
plasma en el deslizamiento de la
tercera persona a la primera persona, en el trabajo sobre el borroso límite del relato de
las palabras y la reproducción de las mismas. Por este motivo, Irene inaugura
el
relato
con extremadas cautelas referentes a no mencionar determinados temas
"conflictivos" y
a no adentrarse en los recovecos
y horrores de la memoria, conformando el lugar de
su
discurso desde la negación: " ... no puedo explicarte, Dolores. ¿Qué
te
diría? [
...
] ¿Eso
no te dice nada, verdad? [
...
] no te
decir qué [
...
] ¿Qué digo? No
si
fue asÍ. Trato,
¿ves? no
puedo."
(1981:
89)
Sin embargo, la conversación con Dolores
va
progresivamente desvelando la
imposibilidad de sepultar los recuerdos, la charla tiene como resultado la inmersión en
la memoria, el abandono de la negación para adentrarse en los sinuosos trayectos de la
memoria, totalmente arrastrada por ésta
(1981:
46): "Salimos de una para meternos en
otra. No conversamos, excavamos.
¡Si al menos supiera
lo
que estamos buscando!". De
esta manera, Dolores se aleja como interlocutora para mimetizarse como depositaria de
esa historia que la oralidad recuperará finalmente.
El diálogo paulatinamente
se
aproxima a los asuntos más temibles de la
dictadura, despojándose de los vestidos de los eufemismos, pero siempre se interrumpe
ACTAS XLI (AEPE). Noelia IBARRA RIUS. ¿Literatura periférica? «Conversación al sur»
Noelia
Ibarra
Rius
en un punto de abismo: "¿A quién se le ocurre hablar de poesía cuando en cada cuadra te
para una patrulla para pedirte los documentos y a partir de ahí puede pasarte cualquier
cosa?"
(1981:
115).
Finalmente la evocación de los pasajes del pasado desemboca en la invocación,
la conversación se ubica ahora en el territorio de las ausencias y la reconstrucción,
materiales con los que trabajará, esto es, con el vacío de
lo
que se ha perdido persiguiendo
recuperarlo a través de la oralidad.
"De
lo
que estaba segura es que la conversación no le servía para escamotear
el presente. Al contrario, resultaba una especie de entretela que lo sostenía
y,
sobre
todo,
lo
hacía admisible. Que otros hubieran pasado por
su
infierno le permitía tolerarlo.
(1981:
70)
Las biografías planteadas en este texto son biografías amputadas pues, construyen
sus historias con personas que ya no están, unido al tema central de Conversación, lo
no dicho en el discurso oficial, el discurso de los desaparecidos. Reseñamos así, otra
línea de trabajo de la novela: el interrogante en torno a cómo
se
representa la historia,
que meramente anotamos, dado que no profundizaremos para no desviar la atención
del tema propuesto.
La
novela se plantea como articulación de un imaginario tanto geográfico
como
histórico- el fatídico triángulo formado por Argentina, Chile y Uruguay durante
los setenta- pero también como una escritura de resistencia, como subversión del
orden androcéntrico establecido. En efecto, desde la declaración inicial contenida en
el título, la novela
se
exhibe como una conversación, más concretamente como un
relato testimonial, como una autobiografía y biografía
de
estas dos mujeres y de tantas
otras historias de mujeres. El relato construye pues una doble estrategia; por una parte
versa sobre historias femeninas y al tiempo que habla sobre éstas, escribe
y se escribe,
ofreciendo versiones alternativas al genérico mujer.
En este sentido, la reconstrucción de la historia
se
presenta como una posibilidad
de reconstrucción de sentidos, como restablecimiento de los significados silenciados por
el discurso dictatorial represivo, como resemantización
de
un presente inexplicable en
mismo,
si
no es a través de la re-construcción de las biografías individuales mutiladas
por el discurso del poder:
" ... decisivo era ir explicando
sus
sentImIentos confusos [
...
) para
llegar hasta
la
pregunta clave; ¿cómo se hace para vivir con este fardo de
desdichas?
¿O cómo hacer para arrancárselo, aunque fuera a pedazos. como
vendajes sangrientos. pero con la esperanza de librarse de él
y quedar a salvo?"
(1981: 164)
La historia y la escritura se cuestionan en esta novela como el sustituto imposible
de
la
oralidad, como el Jugar de rescate del testimonio que privilegia la voz del otro
ACTAS XLI (AEPE). Noelia IBARRA RIUS. ¿Literatura periférica? «Conversación al sur»
¿Literatura
periférica?:
Conversación
al
Sur
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negada por el discurso autoritario, de la individualidad más brutalmente reprimida
como fragmento que
re- construye la historia personaL
Traba inscribe así el silencio sobre la palabra. El interrogante inicial sobre la
conversación apuntada
se
resuelve por el desencuentro procedente de la imposibilidad
de decir
lo
impensable, y en este sentido es
lo
único compartido al afirmar la posibilidad
de sufrimiento sin verbalizar lo ocurrido, sin transformar en discurso el horror. Irene
y Dolores escenifican el rescate del testimonio, de la individualidad restringida y
mu-
tilada por y desde el poder, la necesidad de contar la historia, de escribir la historia,
tendencia también apreciable en el panorama literario del momento.
El acto dialógico conforma una mirada
"otra" sobre los discursos oficiales en
cuestionamiento tanto de las verdades totali-zadoras
y las afirmaciones militantes,
como de las falsas hegemonías y el canon literario, en
su
denuncia
de
los silencios de
las voces que no arriban al acto de escritura, siquiera a la palabra dicha, pronunciada.
Recordemos que la problematización viene de labios de dos personajes femeninos con
toda la tradición de negación de acceso a la escritura sufrida por las mujeres por
el
mero
hecho de serlo.
El silencio como antagónico del hecho dialógico o del mero acto locucional, que
permita dar realidad a la experiencia vivida amagada en el pasado, innombrada hasta
casi el olvido por el resto del mundo a estos personajes, reflejo de miles de seres concretos
con nombre, apellidos y necesidad de sacar a la luz sus historias para poder comenzar a
vivir, a olvidar, pero, el silencio ¿dónde
se
registra? ¿en los puntos suspensivos? ¿en las
elipsis? ¿en el banco del papel?
El vacío construido por
lo
que
no
se
ha dicho, las figuras
de
la historia, las
grietas del discurso de la verdad
y
lo
real -aquél difundido por el poder- de ahí brota
al
fin
esta conversación. El silencio es el espacio que inscribe y escribe y no solamente
el papel, sin posibilidad de retroceso, mano que esgrime la pluma para contar aquello
ocurrido, legitimarlo como existido clausurando el monólogo gubernamental:
"las
palabras estaban como tajeadas por sollozos y aullidos. Me pareció oír de vez en cuando
¿dónde están? ¿dónde están? pero a
lo
mejor
lo
imaginé".
(1981:
89)
El silencio es además
y paradójicamente el hecho que permite la oralidad, la
escritura, pues gracias o debido a él según los casos, las protagonistas pueden recuperar
ese fragmento de memoria sepultado.
Si bien el silencio inicial ha desencadenado
una cadena de silencios, que impide el recuerdo del pasado, es únicamente gracias
a éste que puede, pasado el tiempo, existir
su
testimonio como parte
de
una historia
colectiva. En otro caso, quizás hubiera sido silenciada, y no solamente
su
voz.
Según la
protagonista:
"Debí contarle a Irene todo esto, en cambio de rumiarlo como una
idiota.
Sigo sin poder hablar, musitando monosílabos. Andrés y Victoria decían
ACTAS XLI (AEPE). Noelia IBARRA RIUS. ¿Literatura periférica? «Conversación al sur»
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Noelia
I
barra
Rius
que cuanto menos se hablara, mejor. Total, una generación de mudos. Irene y
Luisa;
ni
siquiera a Victoria me atreví a contarle cómo caí bajo
su
seducción.
¿Cómo decirle que Luisa, paseando por el cementerio o Irene, repitiendo en
la sala vacía
de
Montevideo el cabaret que al
final
no
se dio nunca, son mis
cuentos de hadas, mis apariciones nocturnas, la pasión entrelíneas que calienta
los versos que escribo
y también la sospecha, sin arreglo posible, de que me
tocó la peor tajada del
mundo?"
(1981:
116)
LA
CASA
"¿Quién vendrá a llamar a la puerta?
Puerta cerrada,
un
antro.
El
mundo llama del otro lado de
mi
puerta"
Pierre
Albert-Birot.
La casa constituye el ámbito de lo privado "nuestro rincón del mundo [
...
]
nuestro primer universo. Es realmente un
cosmos"\ "uno de los mayores poderes de
integración para los pensamientos, los recuerdos
y los sueños del hombre"5, "un cuerpo
de imágenes que dan al hombre razones o ilusiones de
estabilidad'<6.
Cosmos este clausurado de la acción, diametralmente opuesto a la esfera pública,
reducto interior no invadido en
el
que no puede infiltrarse el régimen, por tanto único
espacio que puede amparar
el
testimonio.
La
puerta demarca una frontera dentro/fuera, semejante a la establecida por los
limites geográficos del territorio respecto al resto de países, según la cual el espacio
interior alberga la manifestación de lo no-dicho, lo oculto tras la ilusoria máscara de
normalidad propugnada en el exterior, lo callado en el exterior.
Notamos sin embargo, que no necesariamente esta esfera de lo doméstico ha
proporcionado la seguridad necesaria a sus habitantes:
"Me di cuenta que pasaba algo malo cuando comenzaron a bajarse
violentamente las cortinas metálicas. ¡Qué bárbaros! Todas al tiempo, ¿te
das cuenta?, de modo que
no
te quedaba
ni
un resquicio para meterte y los
desgraciados espiando detrás
de
las cortinas. En un segundo la calle se volvió
una trampa;
ni
un café,
ni
un negocio,
ni
un miserable zaguán abierto"
(1981:
30).
El poder ha logrado introducir sus tentáculos sigilosamente en la esfera Íntima
y el sonido del timbre o incluso de pasos provoca la irrupción de antiguos temores.
En efecto, son síntomas
y consecuencias de un pánico absorbido por todos los poros
de la piel durante
el
clima de presiones y violencia destilado en la etapa dictatorial,
4 La poétÍca del espacio, Gaston Bachelard, Breviarios, Fondo de cultura Económ ica, México, 1965, pág. 34.
5 Bachelard, opus cit.., pág. 36.
6 Bachelard, opus cit., pág. 48.
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¿literatllra
periférica?:
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modificando las pautas vitales cotidianas, castrando los espacios privados como tales,
instituyéndolos como posibles lugares de irrupción.
Es en este espacio que venimos comentando, se habla por
fin,
de
lo
sucedido,
el ámbito de lo privado recoge el acceso
al habla, la reconstrucción de una historia
individual patrimonio colectivo, conjugándose ambas esferas. La casa reducida a sus
mínimos elementos caracterizadores, a los fetiches creadores de ficciones de estabilidad,
se
erige instrumento para afrontar el cosmos, espacio de oposición que permite desafiar
al poder gubernamental desde la recuperación de la memoria, la corporeización del
habla.
Hogar que ampara pasiones incubadas y hervidas en soledad, depositario de
recuerdos y signos identificadores del ser, para, en el momento adecuado, ser espacio
de
disidencia del discurso oficial, mecanismos desde los cuales inscribir en la historia de
la nación, la verdad desde él recuperada.
El espacio de lo doméstico asignado tradicionalmente a lo femenino, en un
sexista reparto de funciones y ámbitos propios, alberga la revelación del testimonio,
oralidad conectada con el parlotear femenino, pero también
un
fragmento de la historia,
presente de toda la humanidad.
El juego entre la acumulación
de
memorias personales, individuales y prácticas
colectivas propuestas por el marco espacial que contiene esta casa oscila por tanto, entre
las presencias
y las ausencias, entre los lugares y el espacio. El postulado de Benjamin
en torno a cómo
el
nexo entre memoria
de
la tradición y la sensibilidad del presente
se
difumina en los sujetos de las grandes urbes halla
su
actualización aquí, a partir
de
las pequeñas historias que los habitantes de estos lugares construyen, conformando
un juego multiplicador de relatos re-creador de
"el espacio" que contiene este hogar,
seleccionando todas las miradas fragmentadas sobre este período para postular un
discurso alternativo, sumatorio
de
todas estas apropiaciones individuales que contenga
valores
de
verdad.
Resta aunar todas estas metáforas
de
lugar integradas por una sucesión de
grietas, figuras y apropiaciones del todo, creadoras de historias -narraciones- de la vida,
en un único espacio que contenga en palabras esa otra mirada olvidada por
el
aparato
estatal.
En esta encrucijada discursiva hogar
y cuerpo femenino articulan un discurso
alternativo, como la reivindicación dialógica, un lenguaje disidente al dictatorial. El
encuentro entre las dos mujeres, Irene
y Dolores, conforma una historia que aglutina
otras historias que asimismo no son sino desdoblamientos o variaciones de una
soJa:
la mujer enfrentando la dictadura, la historia de Dolores, Irene o la nuera de ésta. El
texto de Traba revierte
el
mito del eterno femenino, trabajando la relación entre la mujcr
y la Historia como una relación agónica pero activa donde la existencia se transforma
ACTAS XLI (AEPE). Noelia IBARRA RIUS. ¿Literatura periférica? «Conversación al sur»
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Noelia
Ibarra
Rius
en pesadilla, donde lo temporal,
lo
relativo predomina sobre lo espacial,
lo
absoluto:
"vamos por partes, hermana, a ver
si
somos inventoras o testigos"
(1981:
19).
Las historias femeninas son reconstruidas por una narrativa de tonos menores,
tradiciones orales
y espacios privados, asevera Perilli y prosigue, de acuerdo con Ann
-Louise
Shapiro. la escritura masculina funda su genealogía en la letra en tanto la
escritura femenina
lo
imagina en
el
espacio de la voz y del cuerpo, la escritura pregunta
así sobre la identidad genérica
y nacional.
Estas historias vitales femeninas polemizan desde una palabra política diferente,
se interpreta la Historia desde la relación entre espacio público
y espacio privado, desde
el
binomio oralidad/escritura y la determinación de género.
El
exilio se produce en
el
retazo, en la imagen, en la palabra, en la miniatura, en la obra y la reclamación
de interpretación de la realidad nacional a través del rescate de saberes tradicionales
relegados de las esferas de la alta cultura, asociada normalmente a la fuente escrita.
Marta Traba persigue mostrar
lo
negado, adentrándose en el dolor, la tortura
y la muerte, con
su
discurso bordea lo no dicho, lo insoportable
de
la realidad de la
dictadura.
Sus palabras permiten vislumbrar
lo
no decible, lo indescriptible, lo
no
literario, en ocasiones amparándose en una escritura transformada en cuerpo, otras
ficcionalizando los registros de una voz siempre inasible, suspendida.
La ficción
se
configura a partir de los márgenes, gestos, la depuración del lenguaje
y la imagen, trabaja con los silencios, con los susurros, para exhibir
su
legitimación, la
de Irene/Marta:
"Me
he
ido comprometiendo por mi cuenta y riesgo y
no
porque
aprobara
lo
que estaban haciendo ustedes, no. la mayoría de las acciones me
resultaban bastante disparatadas y siempre ineficaces, sino porque empezó a
jugarse esa cosa nueva: me refiero a la compasión, a la solidaridad con
el
otro"
(1981: 67)
Observamos pues
un
lugar de confluencia entre la utópica teoría y la praxis
más intrascendente,
un
puente crítico que permite puntuar la historia, imprimir los
signos de puntuación de ésta mediante la práctica en los espacios admitidos, aquello
prohibido en otros. La literatura
se
postula como espacio de escrituras negadas, trabajo
contra la amnesia,
"la peste
de]
0lvido"7 pero de la memoda individual. Frente a la
pretensión de
Cien años
de
soledad como metáfora
de
una historia colectiva, estas
escritoras propugnan la necesidad
de
no
globalizar las perspectivas, remiten a la
colectividad desde la individualidad de
un
sujeto. Se opta pues, por la historia escrita
con minúscula, en tanto
se
privilegia la historia individual como vía para aprehender
fragmentos
y aspectos de la complejidad de esa realidad que se resiste a toda suerte de
7 Cien
años
de
soledad, Gabriel García Márquez. Madrid, Cátedra, 1996.
ACTAS XLI (AEPE). Noelia IBARRA RIUS. ¿Literatura periférica? «Conversación al sur»
periférica?:
Conversación
al
Sur
349
global ización.
Así, la oralidad pone de manifiesto la relación entre sujeto individual-sujeto
colectivo,
por
lo que éste es precisamente el lugar de sutura desde el cual trabajar,
desde el cruce historia-ficción.
La
historia pasa por la biografía; es la memoria
y,
por
tanto no exclusivamente
la
memoria colectiva, sino también las memorias individuales,
la
"intrahistoria" en términos unamunianos donde la mujer responde al deseo de
involucrarse
en
la Historia desde
el
día a día, desde la banalidad de lo cotidiano. En
el cruce entre la memoria colectiva
y la individual, la oralidad finalmente configura el
espacio de recuperación y aprehensión de las mismas.
La
novela finaliza con la temida irrupción del poder y la violencia que clausura
todo diálogo, toda recuperación, toda esperanza:
...
y así quedaron agazapadas en la oscuridad, animales atemorizados,
escuchando cómo saltaba la cerradura de la puerta
y cómo golpeaban
sonoramente las botas sobre las baldosas de la sala. Después
el ruido se acercó
y les pareció un raro estruendo, un trueno que retumbaba
...
En ese silencio absoluto, el (otro) ruido. nítido. despiadado, fue creciendo y
finalmente, las
cercó" (1981: 170).
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