¿literatura
periférica?:
COnllersación
al
Sur
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partir de este instante la narración
va
a configurar la puesta en escena
de
dicha simetría
y el reconocimiento de que ambas la comparten.
Desde las primeras páginas por tanto. se propone
el
binomio dimensional que
vertebra la novela: la dicotomía espacio público/espacio privado.
Sin embargo, este
binomio
se
resuelve en la reivindicación del último de sus términos como el reducto
del individuo frente a la agresión externa. Abandonamos momentáneamente pues,
la literatura, la cultura
y el discurso letrado, para retomar otra tradición, aquella de
"hablan las mujeres", tradición
de
una lengua forjada en
el
hecho dialógico y la espera.
El título así, configura en
el
lector una serie de expectativas evidentes, como
la existencia de una conversación, de un diálogo entre dos interlocutoras en
el
espacio
geográfico marcado por una casa en la playa en Montevideo. No obstante, este diálogo
se
ve
constantemente interrumpido por las idas y venidas de Dolores, los retrocesos en
el tiempo de Irene y el mutismo de la primera, que provocan una suerte
de
suspensión
de las citadas expectativas.
En efecto, cada interlocutora habla y habla en apariencia interrumpidamente,
gracias al amparo del espacio doméstico como refugio de los cuerpos femeninos frente
al régimen autoritario que ha inscrito sus huellas en ellos.
Sin embargo, cada una
habla desde diferentes objetivos, lo que desemboca en extensos monólogos
de
Irene
-no
sabemos hasta qué punto compartidos como diálogos - que, progresivamente
desenmascaran
su
posición
de
narradora dominante frente a Dolores, hasta que
finalmente, quedamos a solas con ella, mediante el proceso catártico que por fin, hace
público el drama que la atormenta.
Desde el punto de vista formal, esta tensión
se
plasma en el deslizamiento de la
tercera persona a la primera persona, en el trabajo sobre el borroso límite del relato de
las palabras y la reproducción de las mismas. Por este motivo, Irene inaugura
el
relato
con extremadas cautelas referentes a no mencionar determinados temas
"conflictivos" y
a no adentrarse en los recovecos
y horrores de la memoria, conformando el lugar de
su
discurso desde la negación: " ... no puedo explicarte, Dolores. ¿Qué
te
diría? [
...
] ¿Eso
no te dice nada, verdad? [
...
] no te
sé
decir qué [
...
] ¿Qué digo? No
sé
si
fue asÍ. Trato,
¿ves? no
puedo."
(1981:
89)
Sin embargo, la conversación con Dolores
va
progresivamente desvelando la
imposibilidad de sepultar los recuerdos, la charla tiene como resultado la inmersión en
la memoria, el abandono de la negación para adentrarse en los sinuosos trayectos de la
memoria, totalmente arrastrada por ésta
(1981:
46): "Salimos de una para meternos en
otra. No conversamos, excavamos.
¡Si al menos supiera
lo
que estamos buscando!". De
esta manera, Dolores se aleja como interlocutora para mimetizarse como depositaria de
esa historia que la oralidad recuperará finalmente.
El diálogo paulatinamente
se
aproxima a los asuntos más temibles de la
dictadura, despojándose de los vestidos de los eufemismos, pero siempre se interrumpe
ACTAS XLI (AEPE). Noelia IBARRA RIUS. ¿Literatura periférica? «Conversación al sur»